Enfoque Humanista

Hoy más que nunca mantiene su vigencia el enfoque humanista dentro de la ciencia psicológica, en particular, y en todos los saberes ocupados de ayudar al hombre en su crecimiento personal y espiritual. Las actuales concepciones de la ciencia y la tecnología nos hablan de la urgencia de aplicar soluciones radicales a la interrelación del hombre con su medio, tanto social, como natural.

Para lograr que esta interrelación sea sana y productiva, en bien de todos, es preciso hallar el justo equilibrio entre todas las formas de existencia, basados en el respeto y la aceptación de los demás. Para que se produzca este equilibrio es necesario que el hombre, genéricamente hablando, esté sano. Es por ello que el concepto de salud, bajo el enfoque humanista, propugna la aceptación e integración de lo que somos, de nuestros sentimientos, pensamientos y conductas.

En Psicología Online vamos a analizar el concepto de enfoque humanista en la psicología para entenderlo mejor.

Origen del enfoque humanista

Durante este artículo, deseamos presentar algunas consideraciones que nos permitirán valorar la conveniencia de la aplicación del enfoque humanista en las ciencias médicas, particularmente en la Psicología de la salud y en la Educación médica. Para ello nos referiremos al contexto histórico en que surge este enfoque, a mediados del siglo XX, a sus principales representantes, así como a las técnicas más utilizadas en la terapia, la investigación y la educación.


El enfoque humanista en la Psicología surge en la segunda mitad del siglo pasado, después de la Segunda Guerra Mundial. Adquiere fuerza como tendencia hasta colocarse a la altura de los dos enfoques anteriores ya presentes dentro de esta ciencia, a saber el Conductismo y el Psicoanálisis. Por tal razón, es considerado el Humanismo como la tercera fuerza de la Psicología, orientándose a superar los errores y deficiencias de las dos fuerzas que le precedieron al lograr el rescate del sujeto existencial. La categoría central no es el fenómeno, sino la existencia, recuperando, de cierta manera, las ideas de los irracionalistas del siglo anterior.

No es posible considerar al hombre como ente, cosa, objeto; el hombre es y siempre será “un ser”, cuya existencia en el mundo debe ser respetada, al igual que las demás formas de existencia. De este modo, el enfoque humanista concede gran importancia al estudio del hombre y sus sentimientos, deseos, esperanzas, aspiraciones; conceptos considerados subjetivos por otros enfoques psicológicos, como es el caso de las teorías conductistas, basadas solo en el estudio de las manifestaciones del comportamiento de los sujetos.


La angustia generada por el fenómeno de las guerras, situaba al hombre ante la necesidad de comprenderse, de explicarse su propia naturaleza. La vivencia de pérdida, de vacío, de profunda decepción, generó la desconfianza en el avance tecnológico y el positivismo de la ciencia. La corriente filosófica existencialista, predominante en el período de la postguerra, exigía de una Psicología que ofreciera respuestas a preguntas sobre el sentido de la vida, las necesidades más elevadas, el proceso de descubrimiento interior, sin lo cual el hombre contemporáneo no alcanzaría su curación.

El Existencialismo como corriente en la filosofía

El Existencialismo como corriente filosófica le aportó a la Psicología humanista el concepto de responsabilidad y la primacía de la experiencia concreta, así como la singularidad de cada existencia. Por otro lado, esta tendencia psicológica retoma de la Fenomenología el concepto de "fenómeno" como aquello que nos es dado a la conciencia en el aquí y ahora; como quiera que no existe una única explicación para los mismos hechos o fenómenos. Se hace énfasis en la necesidad de considerar la multivariada visión de los fenómenos. Es por ello que privilegia la necesidad de describir la realidad, más bien que explicarla, de acuerdo a un punto de vista único.

Teniendo en cuenta que la filosofía que caracteriza a las culturas orientales se vuelca al interior del hombre, a diferencia de las occidentales, es una de las fuentes importantes de las que bebe la Psicología humanista. De esta capta la importancia de no sobreestimar el pensamiento y darle más espacio a las emociones. El exceso de racionalismo positivista había llevado a las personas a un distanciamiento emocional con lo que le rodea, con el fin de alcanzar sus objetivos. Es por ello que esta actitud justificaba cualquier procedimiento para conseguir un fin, independientemente de las consideraciones éticas implicadas.


Muchos de los psicoanalistas que se apartaron del Psicoanálisis ortodoxo, propusieron enfoques novedosos, que fueron retomados por la Psicología Humanista. De este modo, se retoma la corriente cultural representada por Erich Fromm e incorpora el concepto de polaridades de Carl G. Jung. El psicólogo alemán Wilhem Reich sirve de referente para tomar conciencia de la necesidad de preocuparse y ocuparse del cuerpo, como caja de resonancia de las emociones. Del Psicodrama de Moreno se retoma la idea de que es mejor participar en la experiencia que hablar de ella.

Principales representantes

Los principales representantes de este enfoque fueron Gordon Allport (1897-1967), Abraham Maslow (1908-1970), Carl Rogers (1902-1987), Victor Frankl (1905-1997), Leví Moreno (1889-1974), Fritz Perls (1893-1970), entre otros. La mayoría de estos autores tuvieron en común el hecho de ser judíos y por ende, víctimas de la persecución nazi.


Esto les hizo abogar por el respeto a la dignidad humana. Al respecto, el psicólogo humanista V. Frankl, padre de la logoterapia, escribió: “¿Quién es, pues, el hombre? Es un ser que siempre decide lo que es. El hombre es ese ser que ha inventado las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro o la Shema Yisrael en sus labios.” (1)


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